LUIS
MOJEDANO DELGADO-ENTREVISTA-EL ARTE DEL BUEN VIVIR
¿Por
qué un libro de estilo, en lugar de una novela de ficción?
Pinceladas
de Harmonía
es un libro de estilo muy distanciado de planteamientos comerciales
estandarizados. Apuesto por la poética y el humor porque siempre
ayudan en tiempos de crisis. La sociedad de Harmonía no se cuelga
sobre el vacío. Nada que ver con la nuestra actual. Entendí que un
estilo más transgresor de continente sería la mejor forma de
llevarnos a una reflexión de contenido sobre cómo hemos de entender
las relaciones humanas.
He
intentado trasladar a los personajes de Harmonía mi manera
particular de interpretar la realidad. Sus movimientos se ajustan a
la continuidad de esta percepción mental. La ilusión personal
siempre es genuina.
Enzia
y Paz son tranquilos, Anivderaleva, Claudio y Lorelei son docentes,
Novenio es poeta, Gascón es artista vanguardista, Lisardo y Lucía
son cocineros…Todos tienen algo mío; no obstante, debajo de esta
correlación verista se evidencia un cosmopolita aliento lírico que
no lo aleja tanto de la novela de ficción.
El
estilo literario de Pinceladas
se nutre de evidentes giros poliédricos que coquetean con una
dimensión unitaria que facilita la aproximación a la ficción. ¿Por
qué no? Detrás de la ficción siempre puede aparecer la reflexión
que busco. Nada se repudia y nada sobra. Orillar los límites de los
géneros nos lleva a vehicular una autenticidad de paisajes y
personajes que, englobados en la realidad de nuestro siglo XXI,
pueden compartir moderna realidad tecnológica con suave alegoría
surreal.
Aun
aceptando esta confluencia; la hondura, la contemporaneidad y la
autenticidad de cada episodio nos reafirma que la sociedad de
Harmonía pinta más enigmas de modernidad que de ficción.
¿Ha sido muy difícil publicar?
¿Ha sido muy difícil publicar?
Publicar
no resulta difícil; lo difícil es vender. Si pretender conseguir
grandes cifras de ventas has de disponer de una potente capacidad de
promoción, distribución y difusión que te garantice darte a
conocer al público mayoritario y que este pueda acceder a él. No ha
sido mi caso. No lo he tenido tan sencillo.
El
éxito de Pinceladas
de Harmonía
se ha forjado, no porque tenga detrás una importante editorial que
lo haya movido por los circuitos habituales que te garantizan llegar
a un núcleo comprador potencialmente alto; se ha forjado por el
“boca a oreja”. Así de sencillo.
Esto
demuestra que, en principio, novelas que no entran dentro de las
normas del sistema de mercado especulativo, también pueden llegar a
ser leídas con cifras de venta considerables.
Precisamente,
Pinceladas
engancha
al receptor curioso por su plenitud de contrapuntos y por su
alejamiento de la rigidez comercial.
El
lector siempre tiene la última palabra… y la última lectura de
las palabras de un libro.
¿Te hubiera resultado más fácil publicar si fueras mujer?
Creo
que hoy en día ningún editor valorara el sexo de un autor a la hora
de contratarlo. Valoran la calidad del producto. Una buena novela, se
ve y no se contiene; es la metonimia del transcurrir.
El
sentido común no se ha de combar a la hora de valorar el elemento
humano. En la publicación de un libro ha de prevalecer lo
celebratorio, más allá de conceptos de otra índole.
Un
pensamiento artístico subversivo podría contaminar el concepto puro
de “calidad” que se ha de justificar para una publicación. Sin
jactancia ni impostura. Afortunadamente, la nobleza de los editores
en este sentido es indiscutible.
¿La desidia actual con el español está impulsada por una falta de patriotismo dirigido,
y por ser más fácil la manipulación, si se desconoce el verdadero significado de
las palabras?
La
lealtad es un valor que nunca deberíamos perder de vista; y menos en
la cultura.
La
vacilación y la contaminación formal que padece nuestro idioma se
ha perpetrado desde una argamasa de lenguajes y recursos -no sé si
malévolamente- que nos ha llevado al estado de indefinición actual.
Necesitamos
reivindicar la ortodoxia del español y alejarnos de la confusión
dialéctica a la que nos someten los medios de comunicación.
La
belleza adulterada siempre abriga la desmesura que nace de la
ingenuidad. El conocimiento profundo y preciso de nuestro vocabulario
facilita una mejor comunicación entre nosotros. Los matices devienen
necesarios para que la dignidad y libertad no se vean sustituidos por
la negligencia.
¿Crees que la Academia de la Lengua trabaja lo suficiente para dar alternativa a los neologismos tecnológicos?
Las nuevas tecnologías están cambiando el mundo…y nuestro idioma. No entiendo como palabras potenciadas desde la internáutica como “selfie” o “influencer” se bendigan como “lo más” de la modernidad. ¿Acaso somos antiguos si decimos “autofoto” o “líder de opinión”?
Los
medios de comunicación digitales tendrían que ser más respetuosos
con el castellano. Su aceleración, elipsis, discontinuidad e
inmediatez pueden sorprendernos con la guardia bajada y “colocarnos”
expresiones o neologismos desacertados que aceptamos con naturalidad
y que acaban afectando a nuestras acciones interpersonales.
Necesitamos
llevar a cabo un análisis crítico y coherente para entender qué
palabras provenientes de la internáutica se han de adoptar, cuáles
se han de adaptar y cuáles se han de rechazar. Los neologismos
correctamente acomodados siempre serán bienvenidos y nos ayudarán a
que nuestro idioma evolucione y se adapte a los tiempos
(tecnológicos) que corren. Tan solo se trata de saber tamizar con
sensatez.
La
RAE, ante esta avalancha de términos que nos trae la nueva
tecnología, creo que está realizando un loable trabajo de “filtro”;
verbigracia, ha eliminado “tablet”, “email”, Wi-Fi o twitt.
Mejor tableta, correo electrónico, wifi o tuit; la asimilación
fonética o la alternativa de traducción tienen que evitar los
calcos raudos y rudos de palabras con dobles grafías o sonidos
impropios en nuestra lengua. Hay que confiar en la RAE; son los
cancerberos de nuestro idioma.
Sin
embargo, ¡ojo! también a la RAE se le pueden lanzar algunas
sugerencias razonables. ¿Por qué no eliminamos “hall” y nos
quedamos con vestíbulo? ¿Nuestro idioma tiene haches con sonido J,
aes con sonido O o dígrafos Ll con sonido L? ¿Un teléfono “móvil”
se puede mover? ¿No sería mejor decir “portátil”?
Este es el pensamientol de José Luis Fernández Juan, y yo haciendo de Lope de vega, comento: yo prefiero auti, diminutivo tecnológico de autorretrato, ¿ Cúal escogerá la Academia ?