ENTREVISTA
DE LUIS MOJEDANO DELGADO CON VIRGILIO VIDOR
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¿En qué consiste exactamente su trabajo?
Mi
trabajo consiste en desarrollar una viticultura tropical sostenible
mediante variedades autóctonas, producto de híbridos entre las
vides silvestres locales en América Central, específicamente la
Vitis Tiliifolia (o Caribea) y las especies de uvas comercialmente
conocidas y usadas, como la Vitis Vinífera y Vitis Labrusca, entre
otras. El nacimiento de una nueva viticultura tropical es urgente,
para superar la forma tradicional de producción de uvas en el
Trópico, que consistía y consiste en desarrollar una adaptación
tecnológica cara de las variedades comercialmente conocidas
(usualmente Vitis Vinífera de mesa), para que estas logren producir
en las condiciones ambientales locales, mediante practicas agrícolas
de alto
costo. El trabajo investigativo, ha sido por lo tanto dirigido a la
obtención de híbridos resistente con una calidad aceptable.
Por
otro lado, los híbridos obtenidos con las uvas tropicales son más
resistentes a las condiciones y enfermedades locales, necesitando
menos días/frio para su desarrollo. Esto hará que en lugar de
“copias aproximadas” de las uvas de climas templados, se pueda en
Centroamérica, producir finalmente variedades autóctonas
resistentes, con calidad y características propias, que a la larga,
además de su sostenibilidad biológica y económica, produzcan una
nueva cultura vitivinícola, enriquecida con nuevas variedades,
además de las silvestres, semi-domesticadas y las comerciales de
menor calidad, existentes. Con esto, se recuperará localmente la
herencia cultural vitícola de la época precolombina y la herencia
europea, en una nueva y más auténtica viticultura tropical.
A
pesar de aplicarme todo el tiempo en mi pasión, mi trabajo en estos
45 años ha sido como Consultor Internacional Senior, siempre como
Jefe de Misión de Asistencia Técnica Internacional de los más
grandes Programas y Proyectos de Cooperación de la Unión Europea
en América Central. Lo anterior, especialmente en Costa Rica,
Nicaragua y Honduras. También he trabajado hace poco como Jefe de
Misión en Estudios financiados por el Banco Interamericano para el
Desarrollo (BID) en Nicaragua. Al principio (años ’70), fui Jefe
de Asistencia Técnica Internacional de un Proyecto de Investigación
sobre el cultivo de la vid en Costa Rica. En estos 45 años, siempre
llevé conmigo en mis largas estancias en proyectos, el material
vegetativo para continuar mis investigaciones.
En
este momento en mi Jardín/Laboratorio “Vitis Vidor” de
investigación científica, tengo cerca de 600 biotipos de híbridos
tropicales, de los cuales hasta ahora hay una decena prometedores.
También dentro de unas 200 diferentes variedades adicionales, he
seleccionado clones de híbridos no tropicales, así como de ciertas
variedades de Vitis Vinífera, con un buen grado de adaptación y
buena calidad y cantidad de fruta. Toda esta base genética, sin
embargo no es estática, ya que realizo continuamente nuevos híbridos
a partir de la gran variabilidad existente, en la búsqueda de mejor
calidad, producción, resistencia y comerciabilidad. También
capacito mediante en el cultivo de la uva y los asistentes y
visitantes pueden llevarse además, las plantitas de uvas que deseen.
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¿Cuánto tiempo tardó en desarrollarlo?
Hasta
ahora, ya van 45 años, aunque subrayo que la viticultura está en
los genes de mi familia desde mis ancestros, los que venían de Col
San Martino (Treviso), Italia. Llegué a Costa Rica desde Fregene
(Italia), con mi hermano Giuseppe y mis padres Fiorenzo y Rina.
Iniciamos en 1972 las experimentaciones en nuestra finca en Playa
Panamá, provincia de Guanacaste, hasta 1982. Esta primera fase de 11
años de aventuras y desafíos, fue dedicada a identificar variedades
y técnicas de adaptación de las vides europeas e híbridos
existentes norteamericanos. En la finca funcionaba el CEVT, nuestro
Centro Experimental de Viticultura Tropical, financiado durante
algunos años por los Gobiernos de los Estados Unidos y el de Costa
Rica. En esta época inicié a crear mis primeros híbridos
tropicales.
La
duración mínima en condiciones tropicales de la experimentación de
un hibrido, con plantitas a partir de semillas de variedades cruzadas
mediante polinización controlada, es de 8 a 10 años. A los 4 o 5
años inicia la producción, y posteriormente se investigan, calidad,
cantidad, resistencia comerciabilidad, etc. Considerando que en las
uvas tropicales silvestres hay plantas separadas de diferentes sexos,
con una altísima preponderancia de plantas masculinas, los híbridos
de primera generación siguen este mismo patrón, por lo que es hasta
los 4-6 años de sembradas, que se sabrá cuantas hembras y
hermafroditas saldrán. Usualmente muy pocos. El porcentaje aumenta
en los híbridos sucesivos. Es un trabajo de mucha paciencia, tiempo
y recursos, considerando que casi siempre he tenido que hacerlo solo…
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¿Cómo se le ocurrió la idea?
Aparte
de lo antes explicado anteriormente, la verdadera razón es que no
fue una simple ocurrencia, sino una respuesta natural y existencial,
meditada desde lo profundo de mi individualidad. Desde niño he sido
reflexivo, artista, soñador y determinado, como todos en mi familia.
Esto, más mi amor visceral por la naturaleza y la ciencia, fue la
base que ha ido plasmando esta idea, provocada y nacida también de
mi idiosincrasia, cuando a los 24 años en 1972, salí con mi hermano
y mis padres para Costa Rica (no para huir, sino para encontrarme).
Sentía la necesidad de perdurar la herencia cultural vitivinícola
incrustada en nuestra familia desde siglos, iniciada en las tierras
del famoso vino Prosecco y seguida en la Provincia de Roma. Pero esta
continuidad debía tener una sostenibilidad basada integradora y no
de imposición cultural.
Mi
respuesta fue dentro un eslabón de unión sincrética entre la
concepción y uso de la vid en la cultura precolombina, con la rica
viticultura mediterránea, con la realidad latinoamericana actual. En
el primer caso, como fuente
de vida ligada al agua
de sus pámpanos al cortarlos, que han salvado a muchos viajeros y en
el segundo, como fuente
de vida ligada al vino.
No es casual, que la palabra Vid viene de “vitae”
y en muchas culturas, esta planta tiene que ver con la vida. Percibo
mi decisión como un acto de amor por la ciencia, la naturaleza y la
sociedad, que me dio la clave e imaginación para lograr este reto.
Sueño un futuro vitícola tropical con uvas autóctonas portadora de
bienestar humano y económico para mis amigos de América Central.
Efectivamente, también por sus precios locales, el futuro podría
ser halagador.
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¿Tiene algún tipo de ayuda pública o privada?
No
tengo actualmente ayuda económica pública y privada, sino
colaboraciones. En los años ‘70 y ’80, hubo colaboraciones
publicas más activas por parte de varias Instituciones estatales del
Gobierno de Costa Rica como la Presidencia de la República, la
Universidad de Costa Rica, la Oficina de Planificación Nacional, el
Ministerio de Agricultura, el Instituto Nacional de Fomento
Cooperativo, el Instituto de Tierras y Colonización, la Estación
Experimental Fabio Baudrit Moreno de la UCR, la Oficina del Café, El
Servicio Nacional de Aguas Subterráneas, Riego y Avenamiento, el
Instituto Costarricense de Turismo, etc. La Embajada Italiana, me dio
apoyo al inicio. La Agencia de Desarrollo de los Estados Unidos
(USAID), apoyó con el financiamiento del proyecto a favor de los
productores. Yo era Jefe de Asistencia Técnica Internacional.
Con
nuestro Centro Experimental CEVT en los ’70 y ’80 tuvimos
relaciones con las Universidades de Los Ángeles (UCLA) y Fresno
(UC/Fresno). A la vez, hubo una gran amistad y colaboración en Costa
Rica, con Albert Ingalls sobre viticultura tropical y su adaptación
local. Actualmente se iniciaron conversaciones con el Laboratorio de
Biotecnología Vegetal del Centro de Investigaciones Agronómicas de
la UCR y la Institución PROINNOVA, con el posible apoyo de la
Estación Experimental FBM (UCR), para una alianza en validación,
inscripción, reproducción y distribución de los híbridos mejores.
Hay conversaciones con el laboratorio CENIBIOT del Ministerio de
Ciencia y Tecnología, análisis químicos de uvas y vinos, y
filogenéticos, en relación a la tesis de un estudiante del
Instituto internacional Tecnológico de Monterrey en México.
Estamos
colaborando en Costa Rica con el sistema de enseñanza media
superior, para un proyecto de siembra y enseñanza del cultivo y
derivados de la uva tropical, fomentando la innovación productiva y
socioeconómica en la juventud. En cuanto a mis investigaciones y al
funcionamiento propio de mí Jardín/Laboratorio, es a través de mi
propio aporte intelectual y económico, con la ayuda de amigos
apasionados interesados en aprender y difundir el cultivo,
participando en talleres, charlas, conversatorios y llevándose
plantitas. Una ayuda grande es a través de mis seguidores en
internet (especialmente en Facebook), los cuales me ayudan en la
búsqueda de biotipos de vid presentes en el país, que presenten
algún grado de adaptación, para enriquecer mi banco y colección
genética, para la posterior creación de nuevos híbridos.
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¿Algún enemigo de su idea?
Todos
tenemos enemigos. No hay que tenerle miedo, ni darles demasiada
importancia, sino los hacemos más fuertes. Estoy bastante
acostumbrado a tenerlos, siempre los tuve, especialmente en mi
trabajo de Jefe Internacional de Programas y Proyectos de Desarrollo
a favor de las clases marginadas, donde fácilmente hay políticos
corruptos aliados con grupos de interés económico contrarios al
desarrollo de los pobres. Igualmente los tuve entre los académicos
mediocres que no valoran la imaginación, el arte y la naturaleza
como maestra principal. Además de la ignorancia, el enemigo mayor de
mi idea fue el cáncer hace unos años (pero el pobre perdió su
lucha contra mi amor por la vida). Últimamente he hecho un balance
entre unos y otros y me alegré de tener tantos amigos. A mis
enemigos prometo tenerlos vigentes con más éxitos.